Eugenia Bosco es tímida, pero tiene una personalidad avasallante a la vez; pudo ponerle voz a un tema delicadoEugenia Bosco es tímida, pero tiene una personalidad avasallante a la vez; pudo ponerle voz a un tema delicado

Eugenia Bosco, tras la condena por abuso sexual de su exentrenador: “Esto vale más que una medalla”

2025/12/22 19:00

Eugenia Bosco se mueve por la redacción de LA NACION con paso firme y mirada penetrante. Recién llega de navegar en el Río de la Plata; la delata la crema que todavía tiene en la cara, señal de su exposición al sol, y luce una remera argentina del Comité Olímpico Argentino y unos shorts con la bandera: la representa en todos lados y a toda hora. Ya estuvo acá en varias ocasiones, por distintas notas... Entonces dice -y se ríe cuando lo dice- que se siente “como en casa”.

Pero no es un día cualquiera. En la mañana del viernes se conoció la sentencia a seis años y medio de prisión de Leandro Tulia, su exentrenador del Yacht Club Olivos al que denunció por abuso sexual y por eso, entre que se le ofrece un vaso de agua y se vuelve al lugar en el que se quedó sola por un rato, se la reencuentra con lágrimas. Acaba de leer lo que la jueza Verónica Di Tomasso dijo de ella. Y entre orgullo y otras sensaciones encontradas (su causa fue considerada prescripta y el veredicto llega por otras denunciantes), elige lo primero. Tiene una fuerza renovada. Porque si bien al principio dijo sentirse “pequeña” ante la situación hoy tiene otra energía. Y la tranquilidad del deber cumplido. Por ella y por otras.

La medallista olímpica Eugenia Bosco cerró el círculo y dijo sentir alivio por todo el proceso

Aunque es tímida, Eugenia Bosco, de 28 años, tiene una personalidad imponente. Que se la da el agua, el alto rendimiento, la disciplina, el mundo que recorre... Y cierta predisposición natural a todo eso. Este aire nuevo y fresco se siente como ciclo terminado. Pero también como una nueva faceta: ser la voz portadora y referente de la lucha contra el abuso en el ámbito de la vela y del deporte en general.

Porque desde que contó su historia en exclusiva en LA NACION muchas cosas pasaron: modificaciones en el accionar de su federación y en los clubes, que implementaron psicólogos, capacitaciones, espacios de contención. Personas que pudieron hablar, sacar el dolor. O si no pudieron hablar, empezar a procesar. “Esto para mí vale más que una medalla”, dice en referencia a la condena a Tulia, con el resoplido de la templanza con que recorrió este camino. En su caso de un año exacto, lleno de intensidad, de poner el cuerpo, la mente y las emociones.

Antes, la medallista olímpica de París 2024 en Nacra 17 junto a Mateo Majdalani y abanderada de la delegación argentina en la Ceremonia de Clausura, hizo un intenso proceso para que su verdad saliera a la luz. “A mí me enseñaron que tenía que silenciar lo que veía o lo que hacíamos. Me llevó mucho tiempo sacarlo”, se sincera. Y agrega: “Haber venido al diario y hablarlo fue una de las mejores decisiones que tomé”. Ahora, el círculo se cerró.

Después de relatar su historia en una nota con LA NACION, Eugenia Bosco se transformó en referente del deporte

-Exactamente un año después de que decidiste contar esta parte de tu historia, nos encontramos con una resolución. ¿Cómo te sentís? ¿Qué es lo primero que te sale decir?

-Cuando recibí la noticia (de la condena) sentí un poco de alivio, un poco de enojo, un poco de todo. De hecho, estaba con mi equipo por salir a navegar. Lo primero que hice fue largarme a llorar. Me abrazaron y fue lo más contenedor del mundo. Estoy muy aliviada de que todo se haya resuelto y del papel de la Justicia. Se manejó bien y estoy muy agradecida con quienes afrontaron el juicio. Me sentí muy acompañada.

-¿En el cuerpo se siente un alivio o es muy reciente?

-Sí. Obviamente nadie me va a sacar lo vivido, pero sí estoy feliz con la decisión que tomé de haber hecho la denuncia (la concretó en octubre de 2024 y la dio a conocer públicamente en enero de este año). También de hacerme cargo del futuro, de mi futuro. No puedo cambiar mi pasado, pero sí puedo decidir qué hacer hacia adelante. Haber venido al diario a contarlo y ayudar a más gente con mi testimonio fue una de las mejores decisiones.

-Antes de la denuncia había un montón de cuestiones que te daban miedo. ¿Cómo te sentiste el tiempo posterior y cómo es ahora, ya con esto consumado?

-La verdad que bien y mal. Me escribió mucha gente que pasó por lo mismo. Me siento bien porque quizás lo pudieron contar y no sentirse solos en esto. Al final sos la voz portadora de esta gente y, de alguna manera, los estás acompañando. La sensación para mí es muy satisfactoria. Me pasó algo, lo pude sacar, y encima ayudar a otras personas.

-Fuiste la voz más que nunca porque tu causa quedó prescripta. O al menos por ahora, a un lado. Vos fuiste la punta de lanza de las denuncias que vinieron después y que terminan llevando a esta persona a juicio, ¿lo pensaste?

-Mi causa está prescripta y por lo pronto sigue en el Tribunal de Casación. Pero sí me siento parte de todo esto y acompañé a las chicas que sí pudieron llevar adelante el juicio. Yo estoy muy agradecida con ellas porque si ellas no hubiesen hecho la denuncia, nada de esto habría pasado. Y quizás la mía les dio el empujón para hacer las suyas.

En París 2024 la Argentina solo obtuvo tres medallas: una de ellas, la de plata, llegó de la mano de Mateo Majdalani y Eugenia Bosco

-¿Creíste que tu denuncia podía tener este impacto?

-Me esperaba la condena. Porque uno entra en un proceso y, al final, sea bueno o malo, todo tiene fin. Pero nunca pensé que iba a tomar la dimensión que tomó a nivel náutico. Clubes con psicólogos, hablando del tema, padres que me han comentado y agradecido por contar esto, y generaron una conversación en sus casas sobre el tema. Y quizás hay millones más que no estoy enterada a los que capaz que les generó un cambio.

-Tu carrera deportiva es brillante y tiene mucho por delante, pero vas a seguir identificada mucho tiempo con esta pelea, ¿te lo imaginás?

-Para mí esto vale más que una medalla. Es el logro de poder sacarlo, transmitirlo, y tener la tranquilidad de poder vivir en paz. De que lo pude explayar y sanar, y que sí se puede. Sí, me afectó a mí como persona a lo largo de mi historia, pero necesitaba sacarlo para avanzar. A partir de lo que pasó este viernes se cierra un capítulo y puedo continuar con mi carrera deportiva.

-¿Y ahora?

-Mi próximo objetivo son los siguientes Juegos Olímpicos. Sé que voy a ir con más tranquilidad y paz mental sabiendo que pude sacar todo esto. En mi campaña anterior era algo que me atormentaba. Que estaba ahí y siempre volvía y me daba vueltas.

-En nuestra primera entrevista vos dijiste que era como un ruidito, como una bolita que estaba ahí todo el tiempo. En ese momento de tanto objetivo deportivo, ¿dónde encontraste la fortaleza para salir a contarlo?

-Es una gran pregunta. Lo charlé mucho con mi familia. Después de los Juegos hay un break en el que no estás compitiendo. Estás un poco en un vacío, por así decirlo. En ese momento tenés mucho tiempo para pensar. Yo le di muchas vueltas al tema y mi familia me ayudó a llevarlo adelante, me dijeron: “¿Vos querés hacer una denuncia? Listo. Cuando vengas a la Argentina, lo llevamos a cabo”. Y fue un poco así. El acompañamiento de mi pareja también fue fundamental. En ellos me apoyé y fueron los pilares de todo esto.

Eugenia Bosco encontró la fuerza para sanar después de los Juegos Olímpicos de París 2024

-Por un lado cruzás mares u océanos y navegás con semejante barco en tu clase olímpica. Por el otro, estas cosas. ¿Te sentiste vulnerable?

-Sí, cien por cien. Yo siempre lo pienso. Yo navego en Nacra a 25 nudos (entre 45 y 50 kilómetros por hora), y de repente siento esto que me atormenta, que me hace sentir muy chiquitita. Que está adentro tuyo y que no lo podés compartir o tenés miedo de hacerlo y que te juzguen. Crees que nadie te va a entender y al final pasa más de lo que creemos.

-Ahora que terminó esto, ¿sentís que te dio alguna fortaleza?

-Sí. Después de hacer la denuncia y de todo este año, te sentís más fuerte y que te comés el mundo. De repente sacaste algo a la luz, que es un secreto muy grande... Te da calma, decís “sí, me pasó” y ya está. Y por suerte yo lo pude trabajar y llevarlo adelante. Ojalá todos a los que les haya pasado lo puedan sacar de adentro suyo, porque realmente es sanador. Que no pase más, pero que se normalice hablar de estas cosas. Sigue siendo un tema tabú, aunque hay avances.

-La jueza de la causa valoró tu accionar y te puso como ejemplo. Dijo que pese a tener la medalla olímpica, el reconocimiento y la exposición, hiciste eso para sanar a la pequeña Eugenia y para que no le pase a más niños y niñas. ¿Qué te pasa con eso?

-La verdad que me conmovió. La última pregunta que nos hicieron fue: “¿Qué expectativas tienen sobre este juicio?“. Y sinceramente para mí es que esto no le pase a más chicos. Primero, que salga bien el juicio y, después, que los chicos tengan la infancia que se merecen. Lo dije de corazón en el juicio y creo que la jueza lo vio en mí y en cada una de nosotras (se refiere a las otras denunciantes).

-Ya está la condena. Ahora empieza una etapa de aprendizaje para las instituciones deportivas también. ¿Qué creés que tienen que aprender los clubes a la hora de manejar estos casos?

-Es algo bueno que estén trabajando con psicólogos. Hubo modificaciones en las formaciones de los entrenadores para tratar estos temas. Se están haciendo cosas. Particularmente, el Yacht Club Olivos (el club en el que relató, se sucedieron los hechos que denunció) no se portó de la mejor manera. Hablo de la institución. El club para mí es mi club de toda la vida y lo va a seguir siendo. Siempre me agrada ir ahí. El tema es la gente que lo maneja. Ojalá haya cambios y se revea quiénes lo dirigen, porque es algo retrógrado que se siga insistiendo cuando ya hay un culpable y todas las víctimas somos de ahí y, aún así, no se nos escuche.

Tras su denuncia, seguidores de Eugenia Bosco viralizaron esta imagen hecha con IA, con ella empoderada y firme

-Dejar de priorizar la reputación o cierto estatus del entrenador.

-Sí, el prestigio. Más allá de si trajo un montón de campeones, si fueron a mundiales o clasificaron a eventos de afuera, al final es una edad en la que estás formando personas. Somos niños creciendo, somos esponjas: lo que le enseñes a los chicos, les va a quedar para toda la vida. A mí me enseñaron que tenía que callarme y silenciar lo que veía o lo que hacíamos, y me llevó mucho tiempo sacarlo. Yo sentía que algo no estaba bien y me sentía mal cuando tenía una situación que, de repente, me tenía que callar. Y no me di cuenta hasta que pude trabajar todo este tema en el 2020 con un psicólogo.

-Justamente hace un año vos decías que contabas esto para que no siga pasando. ¿Ahora cuál es el mensaje? ¿Con qué cerrarías este círculo?

-En el caso de esta persona (Leandro Tulia), cierro con que no va a pasar más, no va a poder hacer más estas cosas. Más allá de los años que le dieron en prisión, él es culpable y en el ambiente de la náutica está vetado. Ojalá esto ayude no solo a nivel náutico sino también en la vida. Me quedo con eso.

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